Candidat@s y estrategia electoral

Como punto de partida, y retomando la entrada anterior, no puede trazarse una estrategia de comunicación solamente en períodos electorales, es un error hacerlo. También es cierto que, la experiencia de la persona, su trayectoria y formación, requieren del apoyo de equipos, con el saber del candidato tenemos una parte, se necesitan otras, y ahí es donde entran en juego distintos actores, especialistas en economía, educación, salud y comunicación, por mencionar esferas clave, de interés, respecto de las cuales quien desee ocupar un cargo/banca debe tener conocimiento.

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Entre los aspectos que hacen al posicionamiento de un-a candidato-a podemos resaltar el espacio político de pertenencia, su experiencia legislativa y/o de gestión (en caso de que haya sido funcionario-a de gobierno o que haya ocupado un  cargo político), la posibilidad de contar con los recursos necesarios para visibilizarse en el  ámbito público (cartelería, pintadas y folletería) y en medios digitales (redes sociales, blogs, webs), junto con la presencia en medios de comunicación tradicionales como la tv y la radio.

Una buena estrategia nace de un buen diagnóstico, a partir del mismo obtenemos un estado de situación sobre el contexto del candidato-a respecto del lugar en que compite. Del diagnóstico forman parte datos relevantes: es necesario contar con resultados de las últimas contiendas electorales, conocer gestiones y figuras locales, sus fortalezas y debilidades, debemos conocer demográfica y socialmente la composición del distrito, provincia o país y la proyección real del candidato en términos de sondeos y de base electoral. Ahora bien, de por sí, contando con equipos y datos, tenemos elementos básicos, aunque no está todo resuelto.

El candidato-a debe trabajar su figura, no debe fingir ser lo que no es, debe ser auténtico, tener en cuenta sus atributos reales, aquellos que el resto percibe y que le dan credibilidad y coherencia. No obstante, un candidato debiera poder mostrarse comiendo, bailando e interactuando con la gente, dando muestras de eficacia para erigirse como alguien capaz de solucionar problemas diarios de personas comunes.

Por ejemplo, si el candidato es Psicólogo, puede apelar a la escucha en tanto atributo que su profesión le concede, teniendo en cuenta, además, que para algunos segmentos del electorado las credenciales educativas otorgan cierto prestigio. Asimismo, es clave encontrar el tono general de la campaña, de acuerdo con el perfil del candidato, el del electorado y el de sus competidores: ¿apostaremos por moderación, agresividad, optimismo? Esta es una de las tantas preguntas que hay que responder para desarrollar una buena estrategia.

La estrategia, como conjunto de hechos concatenados, requiere planificación y trabajo articulado, en equipo. La planificación debe ser parte de una agenda. Es fundamental, no se puede "correr" detrás de los acontecimientos, ni de agendas ajenas, hay que construir la propia, sondear temas de interés percibidos por la comunidad, para ello existen herramientas de aplicación sencilla, como lo son las entrevistas y los grupos focales. A partir de datos sólidos es que podremos darle forma a la proyección de un-a candidato-a, el diagnóstico es el punto de partida.